Sion, Agosto 22 del 2011
Y escuche hoy desde mi morada oculta una voz del cielo como de siete truenos que me hablaba después de mi predicación vespertina y pregunte al cielo que quieren decir las voces que todavía oigo arriba de mi cabeza. Y rápidamente fui movido por el espíritu de Dios a buscar las revelaciones y mandamientos de Dios que nos han sido dados por José Smith, el gran profeta de la restauración y sus seguidores que desde los techos de las casas nos inculcan y nos pregonan que después de nuestro testimonio vienen los sermones del cielo.
Y he aquí esto es lo que encontré. Así que preparaos, preparaos para lo que en breve se realizara. Por lo tanto dad oído a las palabras del cielo, porque el reino de Dios se ha acercado. Y agudizad el oído y también la vista y poned mucha atención y sabed que el cielo nos esta hablando. Y os profetizo que cuando oigas lo que os digo y que en breve se realizara, los oídos os zumbaran. Y no solo eso sino que retumbaran lo cielos con una voz mas fuerte que el sonido que hará temblar la tierra. Más si estáis preparados no temeréis. Porque los habitantes de la tierra deberían temblar y estremecerse y arrepentirse y compungirse en humildad ante Dios salvo que quieran beber del cáliz de la ira de Dios que se ha preparado para todos los inicuos. Y así sean compungidos los habitantes de toda la tierra a gemir de disgustoso dolor en el grande y terrible día del Señor, y a decir: justo son tus juicios oh Dios y merecido es nuestro castigo porque no quisimos escuchar la voz de quienes nos enviaste con alegres nuevas de salvación. Sino que nos burlamos de ellos, los rechazamos, los apedreamos y los matamos. Y a tus siervos en todas sus palabras y los tuvimos como desvariados, fuera de juicio y como endemoniados. Porque en el principio nos mandantes a tus siervos con maravillas y presagios a predicar vestidos con piel de camello y con voz de luto y no enlutamos ni lloramos por nuestra propia muerte. Y después los primeros nos mandaste los postreros, los cuales también herimos, golpeamos y hasta matamos. Y por ultimo nos enviaste a tu hijo unigénito, el gran esposo lleno del Espíritu Santo vestido con sus ropas hermosas con alegres nuevas de salvación, con comida y bebida y estábamos tan ocupados con los afanes de este mundo que fuimos perezosos y no quisimos venir a tus bodas ni bailamos, sino que lo ultrajamos, lo echamos de entre nosotros y lo tuvimos por herido de Dios y afligido. Y así en esta generación, por causa de vuestra incredulidad, vuestras artimañas y vuestras supercherías sacerdotales habéis empezado poner los cimientos de una severa y desmedida destrucción que consecuentemente culminara con el siguiente Apocalipsis. Y si queréis saberlo, esto es lo que nos dicen las voces del cielo:
Porque si yo, que soy hombre, alzo mi voz y os llamo al arrepentimiento, y me aborrecéis, ¿qué diréis cuando venga el día en que los truenos hagan oír sus voces desde los extremos de la tierra, hablando a los oídos de todos los vivientes, diciendo:
Arrepentíos y preparaos para el gran día del Señor? Sí, ¿y cuando los relámpagos resplandezcan desde el este hasta el oeste, y llegue el clamor de sus voces a todos los vivientes, haciendo zumbar los oídos de todos los que oigan, diciendo: Arrepentíos, porque el gran día del Señor ha llegado?
Y además, el Señor emitirá su voz desde los cielos, diciendo: ¡Escuchad, oh naciones de la tierra, y oíd las palabras del Dios que os hizo! ¡Oh vosotras, naciones de la tierra, cuántas veces os hubiera juntado como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, mas no quisisteis! ¡Cuántas veces os he llamado por boca de mis siervos y por la ministración de ángeles, y por mi propia voz y por la de los truenos y la de los relámpagos y la de las tempestades; y por la voz de terremotos y de fuertes granizadas, y la de hambres y pestilencias de todas clases; y por el gran sonido de una trompeta, y por la voz del juicio y de la misericordia todo el día; y por la voz de gloria y de honra y la de las riquezas de la vida eterna, y os hubiera salvado con una salvación sempiterna, mas no quisisteis! He aquí, ha llegado el día en que la copa de la ira de mi indignación está llena. He aquí, en verdad os digo, que éstas son las palabras del Señor vuestro Dios.
(Doctrina y Convenios | Sección 43:21 - 27)
Porque de aquí a poco tiempo, la tierra temblará y se tambaleará como un borracho; y el sol esconderá su faz y se negará a dar luz; y la luna será bañada en sangre; y las estrellas se irritarán extremadamente, y se lanzarán hacia abajo como el higo que cae de la higuera. Y después de vuestro testimonio vienen la ira y la indignación sobre el pueblo. Porque después de vuestro testimonio viene el testimonio de terremotos que causarán gemidos en el centro de la tierra, y los hombres caerán al suelo y no podrán permanecer en pie.
Y también viene el testimonio de la voz de truenos, y la voz de relámpagos, y la voz de tempestades, y la voz de las olas del mar que se precipitan allende sus límites. Y todas las cosas estarán en conmoción; y de cierto, desfallecerá el corazón de los hombres, porque el temor vendrá sobre todo pueblo. Y ángeles volarán por en medio del cielo, clamando en voz alta, tocando la trompeta de Dios, diciendo: Preparaos, preparaos, oh habitantes de la tierra, porque el juicio de nuestro Dios ha llegado. He aquí, el Esposo viene; salid a recibirlo. E inmediatamente aparecerá una gran señal en el cielo, y todo pueblo la verá juntamente.
Y otro ángel tocará su trompeta, diciendo: Esa grande iglesia, la madre de las abominaciones, que hizo que todas las naciones bebieran del vino de la ira de su fornicación, que persigue a los santos de Dios, que derrama su sangre, la misma que se sienta sobre muchas aguas y sobre las islas del mar, he aquí, ella es la cizaña de la tierra; es atada en haces; sus ligaduras son afianzadas y nadie las puede soltar; por tanto, está presta para ser quemada. Y él tocará su trompeta larga y fuertemente, y todas las naciones la oirán.
Y habrá silencio en el cielo por espacio de media hora; e inmediatamente después se desplegará el velo del cielo, como un rollo que se desenvuelve después de haber sido arrollado, y la faz del Señor será descubierta. Y los santos que se hallen sobre la tierra, que estén vivos, serán vivificados y arrebatados para recibirlo. Y los que hayan dormido en sus sepulcros saldrán, porque serán abiertos sus sepulcros; y también ellos serán arrebatados para recibirlo en medio del pilar del cielo. Ellos son de Cristo, las primicias, los que descenderán con él primero, y los que se encuentran en la tierra y en sus sepulcros, que son los primeros en ser arrebatados para recibirlo; y todo esto por la voz del son de la trompeta del ángel de Dios.
Y después de esto, otro ángel tocará, y será la segunda trompeta; y entonces viene la redención de los que son de Cristo a su venida, los que han recibido su parte en aquella prisión preparada para ellos, a fin de que recibiesen el evangelio y fuesen juzgados según los hombres en la carne. Y además, sonará otra trompeta, que es la tercera trompeta; y entonces vienen los espíritus de los hombres que han de ser juzgados, y que se hallan bajo condenación. Y éstos son el resto de los muertos; y no vuelven a vivir sino hasta que pasen los mil años, ni volverán a vivir hasta el fin de la tierra.
Y sonará otra trompeta, que es la cuarta trompeta, diciendo: Se encuentran entre los que han de quedar hasta ese grande y postrer día, sí, el fin, quienes permanecerán sucios aún. Y otra trompeta sonará, la cual es la quinta trompeta, y es el quinto ángel que vuela por en medio del cielo y entrega el evangelio eterno a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos; y éste será el sonido de su trompeta, diciendo a todo pueblo, tanto en el cielo como en la tierra y debajo de la tierra; porque todo oído lo oirá, y toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará, al escuchar el sonido de la trompeta, que dice: Temed a Dios y dad gloria al que se sienta sobre el trono, para siempre jamás; porque la hora de su juicio ha llegado.
Y además, otro ángel, que es el sexto ángel, tocará su trompeta, diciendo: ¡Ha caído la que hizo que todas las naciones bebieran del vino de la ira de su fornicación; ha caído, ha caído! Y otro ángel más, que es el séptimo ángel, tocará su trompeta, diciendo: ¡Consumado es; consumado es! El Cordero de Dios ha vencido y pisado él solo el lagar, sí, el lagar del furor de la ira del Dios Omnipotente. Y entonces serán coronados los ángeles con la gloria de la potencia de él, y los santos serán llenos de la gloria de él, y recibirán su herencia y serán hechos iguales con él. Y entonces el primer ángel hará sonar de nuevo su trompeta en los oídos de todos los vivientes, y revelará los hechos secretos de los hombres y las prodigiosas obras de Dios durante el primer milenio.
Y entonces el segundo ángel tocará su trompeta y revelará las obras secretas de los hombres, y los pensamientos e intenciones de su corazón, y las prodigiosas obras de Dios durante el segundo milenio. Y así, hasta que el séptimo ángel toque su trompeta; y estará de pie sobre la tierra y sobre el mar, y jurará en el nombre del que se sienta sobre el trono, que el tiempo dejará de ser; y Satanás será atado, aquella serpiente antigua que es llamada el diablo, y no será desatado por espacio de mil años.
Y entonces quedará suelto por una corta temporada, para reunir a sus ejércitos Y Miguel, el séptimo ángel, el arcángel, reunirá a sus ejércitos, sí, las huestes del cielo. Y el diablo reunirá a sus ejércitos, las huestes del infierno, e irá a la batalla contra Miguel y sus ejércitos. Y entonces viene la batalla del gran Dios; y el diablo y sus ejércitos serán arrojados a su propio lugar, para que nunca más tengan poder sobre los santos. Porque Miguel peleará sus batallas, y vencerá al que ambiciona el trono de aquel que sobre él se sienta, sí, el Cordero. Ésta es la gloria de Dios y los santificados; y nunca más verán la muerte.
(Doctrina y Convenios | Sección 88:87 - 116)
Testifico de la veracidad de estas palabras y todo esto lo digo para la honra y gloria de Dios el Padre en el Nombre de su hijo, nuestro Señor Jesucristo, Amen
Este es un testigo y un indigno siervo en las manos de Cristo.
Miguel Ángel Tinoco Rodríguez
Os digo estas cosas a causa de vuestras oraciones; por lo tanto, atesorad sabiduría en vuestro seno, no sea que la maldad de los hombres os revele estas cosas por medio de su iniquidad, de una manera que retumbará en vuestros oídos con una voz más fuerte que la que sacudirá la tierra; mas si estáis preparados, no temeréis.
ReplyDelete(Doctrina y Convenios | Sección 38:30)