Esta alegoría es relato maravilloso tomado del libro de Zenos, un profeta de la tribu de José, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Dios de quienes Los Nefitas y Lamanitas o nosotros somos un resto. Zenos fue asesinado por predicar y testificar de la venida de Jesucristo con mucho valor y claridad muchos siglos antes de su nacimiento.
En esta alegoría, el Señor compara a la casa de Israel a un olivo cultivado cuyas ramas fueron cortadas, esparcidas e injertadas con olivos silvestres en diferentes partes de la viña del Señor. La labor del Señor y de sus siervos cuando el se disponga a estirar su mano y a recoger a su pueblo por segunda vez ultimadamente conlleva, en el proceso del tiempo a la reunificación de las ramas esparcidas a su árbol o a su lugar original. Este trabajo es conducido para que las ramas del olivo cultivado vuelvan a producir el fruto deseado. Y al mismo tiempo limpiar la viña cortando y echando al fuego aquellas ramas mas amargas o las que producen fruto amargo.
Jacob cita las palabras de Zenós en cuanto a la alegoría del olivo cultivado y el olivo silvestre—Éstos son una similitud de Israel y los gentiles—Se representan el esparcimiento y el recogimiento de Israel—Se hacen alusiones a los nefitas y a los lamanitas y a toda la casa de Israel—Los gentiles serán injertados en Israel—Finalmente la viña será quemada.
HE aquí, hermanos míos, ¿no os acordáis de haber leído las palabras del profeta Zenós, las cuales habló a la casa de Israel, diciendo: ¡Escuchad, oh casa de Israel, y oíd las palabras mías, que soy un profeta del Señor! Porque he aquí, así dice el Señor:
Te compararé, oh casa de Israel, a un olivo cultivado que un hombre tomó y nutrió en su viña; y creció y envejeció y empezó a secarse. Y acaeció que salió el amo de la viña, y vio que su olivo empezaba a secarse, y dijo: Lo podaré, y cavaré alrededor de él, y lo nutriré para que tal vez eche ramas nuevas y tiernas, y no perezca. Y aconteció que lo podó, y cavó alrededor de él, y lo nutrió según su palabra. Y sucedió que después de muchos días empezó a echar algunos retoños pequeños y tiernos, mas he aquí, la copa principal empezó a secarse. Y ocurrió que lo vio el amo de la viña, y dijo a su siervo: Me aflige que tenga que perder este árbol; por tanto, ve, y arranca las ramas de un olivo silvestre y tráemelas aquí; y arrancaremos esas ramas principales que empiezan a marchitarse, y las echaremos en el fuego para que se quemen.
Y he aquí, dijo el Señor de la viña, tomaré muchas de estas ramas nuevas y tiernas y las injertaré donde yo quiera, y no importa si acaso la raíz de este árbol perece, yo puedo conservar su fruto para mí; por tanto, tomaré estas ramas nuevas y tiernas, y las injertaré donde yo quiera. Toma las ramas del olivo silvestre, e injértalas en lugar de ellas; y estas que he cortado, las echaré al fuego y las quemaré, a fin de que no obstruyan el terreno de mi viña. Y aconteció que el siervo del Señor de la viña hizo según la palabra de su amo, e injertó las ramas del olivo silvestre. Y el Señor de la viña hizo que se cavara alrededor, y se podara y se nutriera, y dijo a su siervo: Me aflige que tenga que perder este árbol; por tanto, para que tal vez pueda yo preservar sus raíces a fin de que no perezcan y pueda yo preservarlas para mí, he hecho esto. Por tanto, ve; cuida el árbol y nútrelo, según mis palabras. Y éstos yo pondré en la parte más baja de mi viña, donde bien me parezca, esto no te incumbe; y lo hago a fin de preservar para mí las ramas naturales del árbol; y también con objeto de guardar para mí su fruto para la estación; porque me aflige que tenga que perder este árbol y su fruto.
Y aconteció que el Señor de la viña se marchó, y escondió las ramas naturales del olivo cultivado en las partes más bajas de la viña, unas en una parte y otras en otra, según su voluntad y placer. Y sucedió que pasó mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que podamos trabajar en ella. Y aconteció que el Señor de la viña y también su siervo bajaron a la viña a trabajar; y sucedió que el siervo dijo a su amo: He aquí, mira; contempla el árbol. Y ocurrió que el Señor de la viña miró y vio el árbol en el que se habían injertado las ramas del olivo silvestre; y había retoñado y comenzado a dar fruto; y vio que era bueno, y su fruto era semejante al fruto natural.
Y dijo al siervo: He aquí, las ramas del árbol silvestre han alcanzado la humedad de la raíz, por lo que la raíz ha producido mucha fuerza; y a causa de la mucha fuerza de la raíz, las ramas silvestres han dado fruto cultivado. Así que, si no hubiéramos injertado estas ramas, el árbol habría perecido. Y he aquí, ahora guardaré mucho fruto que el árbol ha producido; y su fruto lo guardaré para mí mismo, para la estación.
Y sucedió que el Señor de la viña dijo al siervo: Ven, vamos a la parte más baja de la viña, y veamos si las ramas naturales del árbol no han dado mucho fruto también, a fin de que pueda yo guardar su fruto para la estación, para mí mismo. Y aconteció que fueron a donde el amo había escondido las ramas naturales del árbol, y dijo al siervo: Mira éstas; y vio que la primera había dado mucho fruto, y también vio que era bueno. Y dijo al siervo: Toma de su fruto y guárdalo para la estación, a fin de que yo lo preserve para mí mismo; pues, dijo él, lo he nutrido mucho tiempo, y ha producido fruto abundante. Y aconteció que el siervo dijo a su amo: ¿Cómo fue que viniste aquí a plantar este árbol, o esta rama del árbol? Porque he aquí, era el sitio más estéril de todo el terreno de tu viña. Y le dijo el Señor de la viña: No me aconsejes. Yo sabía que era un lugar estéril; por eso te dije que lo he nutrido tan largo tiempo, y tú ves que ha dado mucho fruto.
Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Mira acá, he aquí, he plantado otra rama del árbol también; y tú sabes que esta parte del terreno era peor que la primera. Pero mira el árbol. Lo he nutrido todo este tiempo, y ha producido mucho fruto; por tanto, recógelo y guárdalo para la estación a fin de que yo lo preserve para mí mismo. Y aconteció que el Señor de la viña dijo otra vez a su siervo: Mira acá y ve otra rama que también he plantado; he aquí, también la he nutrido, y ha producido fruto. Y dijo al siervo: Mira hacia acá y ve la última. He aquí, ésta la he plantado en terreno bueno, y la he nutrido todo este tiempo; y sólo parte del árbol ha dado fruto cultivado, y la otra parte del árbol ha producido fruto silvestre; he aquí, he nutrido este árbol igual que los otros.
Y sucedió que el Señor de la viña dijo al siervo: Arranca las ramas que no han producido fruto bueno y échalas en el fuego. Mas he aquí, el siervo le dijo: Podémoslo, y cavemos alrededor de él, y nutrámoslo un poco más, a fin de que tal vez te dé buen fruto, para que lo guardes para la estación. Y aconteció que el Señor de la viña y su siervo nutrieron todos los árboles frutales de la viña. Y aconteció que había pasado mucho tiempo, y el Señor de la viña dijo a su siervo: Ven, descendamos a la viña para que trabajemos de nuevo en ella. Porque he aquí, se acerca el tiempo, y el fin viene pronto; por tanto, debo guardar fruto para la estación, para mí mismo.
Y sucedió que el Señor de la viña y el siervo descendieron a la viña; y llegaron al árbol cuyas ramas naturales habían sido arrancadas, y se habían injertado las ramas silvestres en su lugar; y he aquí, estaba cargado de toda clase de fruto. Y aconteció que el Señor de la viña probó el fruto, cada clase según su número. Y el Señor de la viña dijo: He aquí, por largo tiempo hemos nutrido este árbol, y he guardado para mí mucho fruto, para la estación. Pero he aquí, esta vez ha producido mucho fruto, y no hay ninguno que sea bueno. Y he aquí, hay toda clase de fruto malo; y no obstante todo nuestro trabajo, de nada me sirve; y me aflige ahora que tenga que perder este árbol. Y el Señor de la viña dijo al siervo: ¿Qué haremos por el árbol, para que de nuevo pueda yo preservar buen fruto de él para mí mismo? Y el siervo dijo a su amo: He aquí, a causa de que injertaste las ramas del olivo silvestre, éstas han nutrido sus raíces, de modo que están vivas y no han perecido; por tanto, ves que están buenas todavía.
Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Ningún provecho me deja el árbol, y sus raíces no me benefician nada, en tanto que produzca mal fruto. No obstante, sé que las raíces son buenas; y para mi propio fin las he preservado; y a causa de su mucha fuerza, hasta aquí han producido buen fruto de las ramas silvestres. Mas he aquí, las ramas silvestres han crecido y han sobrepujado a sus raíces; y debido a que las ramas silvestres han sobrepujado a las raíces, ha producido mucho fruto malo; y porque ha producido tanto fruto malo, ves que ya empieza a perecer; y pronto llegará a la madurez para ser echado al fuego, a menos que algo hagamos para preservarlo.
Y aconteció que el Señor de la viña dijo a su siervo: Descendamos a los parajes más bajos de la viña, y veamos si las ramas naturales han producido también mal fruto. Y aconteció que descendieron a los parajes más bajos de la viña. Y ocurrió que vieron que el fruto de las ramas naturales se había corrompido también; sí, el primero, y el segundo, y el último también; y todos se habían corrompido. Y el fruto silvestre del último había sobrepujado a esa parte del árbol que produjo buen fruto, de tal modo que la rama se había marchitado y secado.
Y aconteció que el Señor de la viña lloró, y dijo al siervo: ¿Qué más pude haber hecho por mi viña? He aquí, yo sabía que todo el fruto de la viña, exceptuando éstos, se había corrompido. Y ahora éstos, que en un tiempo habían producido buen fruto, se han corrompido también; y ahora todos los árboles de mi viña para nada sirven sino para ser cortados y echados en el fuego. Y he aquí que este último, cuya rama se ha marchitado, lo planté en un terreno fértil; sí, el que para mí era el más escogido de todos los demás parajes de mi viña. Y tú viste que también derribé lo que obstruía este pedazo de tierra, a fin de que yo pudiera plantar este árbol en su lugar. Y viste que parte de él produjo buen fruto, y parte de él dio fruto silvestre; y porque no le arranqué sus ramas y las eché al fuego, he aquí, han sobrepujado a la rama buena de modo que ésta se ha secado. Y ahora bien, he aquí, no obstante todo el cuidado que hemos dado a mi viña, sus árboles se han corrompido, de modo que no dan buen fruto; y yo había esperado preservar a éstos, a fin de haber guardado su fruto para la estación, para mí mismo. Mas he aquí, se han vuelto como el olivo silvestre, y no valen nada sino para ser cortados y echados al fuego; y me aflige que tenga que perderlos. ¿Pero qué más pude yo haber hecho en mi viña? ¿He relajado mi mano de modo que no la he nutrido? No, la he nutrido y cavado alrededor; la he podado y abonado; y he extendido la mano casi todo el día, y el fin se acerca. Y me aflige que tenga que talar todos los árboles de mi viña, y echarlos en el fuego para que sean quemados. ¿Quién es el que ha corrompido mi viña?
Y acaeció que el siervo dijo a su amo: ¿No será la altura de tu viña? ¿No habrán sobrepujado sus ramas a las raíces que son buenas? Y a causa de que las ramas han sobrepujado a sus raíces, he aquí que aquéllas crecieron más aprisa que la fuerza de las raíces, tomando fuerza para sí mismas. He aquí, digo: ¿No será ésta la causa de la corrupción de los árboles de tu viña? Y aconteció que el Señor de la viña dijo al siervo: Vayamos y cortemos los árboles de la viña y echémoslos al fuego para que no obstruyan el terreno de mi viña, porque he hecho todo. ¿Qué más pude yo haber hecho por mi viña? Mas he aquí, el siervo dijo al Señor de la viña: Déjala un poco más. Y dijo el Señor: Sí, la dejaré un poco más, porque me aflige que tenga que perder los árboles de mi viña. Por tanto, tomemos algunas de las ramas de éstos que he plantado en las partes más bajas de mi viña, e injertémoslas en el árbol del cual procedieron; y arranquemos del árbol esas ramas cuyo fruto es el más amargo, e injertemos en su lugar las ramas naturales del árbol. Y haré esto para que no perezca el árbol, a fin de que quizá preserve sus raíces para mi propio fin. Y he aquí, todavía están vivas las raíces de las ramas naturales del árbol que planté donde me pareció bien; por tanto, a fin de que yo las conserve también para mi propio fin, tomaré de las ramas de este árbol, y las injertaré en ellas. Sí, injertaré en ellas las ramas de su árbol original, para que yo preserve también las raíces para mí, para que cuando lleguen a tener suficiente fuerza tal vez me produzcan buen fruto, y me gloríe aún en el fruto de mi viña.
Y aconteció que tomaron del árbol natural que se había vuelto silvestre, e injertaron en los árboles naturales que también se habían vuelto silvestres. Y también tomaron de los árboles naturales que se habían vuelto silvestres, e injertaron en su árbol original. Y el Señor de la viña dijo al siervo: No arranques las ramas silvestres de los árboles, sino aquellas que son las más amargas; y en ellas injertarás de acuerdo con lo que he dicho. Y de nuevo nutriremos los árboles de la viña, y podaremos sus ramas; y arrancaremos de los árboles aquellas ramas que han madurado, que deben perecer, y las echaremos al fuego. Y hago esto para que quizá sus raíces se fortalezcan a causa de su buena calidad; y que, a causa del cambio de ramas, lo bueno sobrepuje a lo malo. Y porque he preservado las ramas naturales y sus raíces, y he injertado nuevamente las ramas naturales en su árbol original y he preservado las raíces de su árbol original, para que quizá los árboles de mi viña produzcan nuevamente buen fruto; y que yo tenga de nuevo gozo en el fruto de mi viña, y tal vez me alegre en extremo porque he preservado las raíces y las ramas del primer fruto; ve, pues, y llama siervos para que trabajemos diligentemente con todo nuestro empeño en la viña, a fin de que podamos preparar el camino para que yo produzca otra vez el fruto natural, el cual es bueno y más precioso que cualquier otro fruto.
Por tanto, vayamos y trabajemos con nuestra fuerza esta última vez; porque he aquí, se acerca el fin, y ésta es la última vez que podaré mi viña. Injerta las ramas; empieza por las últimas, para que sean las primeras, y que las primeras sean las últimas; y cava alrededor de los árboles, viejos así como nuevos, los primeros y los últimos; y los últimos y los primeros, a fin de que todos sean nutridos de nuevo por la postrera vez. Por tanto, cava alrededor de ellos, y pódalos, y abónalos de nuevo por última vez, porque el fin se acerca. Y si acaso estos últimos injertos crecen y producen el fruto natural, entonces les prepararás el camino para que crezcan. Y a medida que empiecen a crecer, quitarás las ramas que dan fruto amargo, según la fuerza y el tamaño de las buenas; y no quitarás todas las ramas malas de una vez, no sea que las raíces resulten demasiado fuertes para el injerto, y éste perezca, y pierda yo los árboles de mi viña. Porque me aflige que tenga que perder los árboles de mi viña; por tanto, quitarás lo malo a medida que crezca lo bueno, para que la raíz y la copa tengan igual fuerza, hasta que lo bueno sobrepuje a lo malo, y lo malo sea talado y echado en el fuego, a fin de que no obstruya el terreno de mi viña; y así barreré lo malo de mi viña. Y de nuevo injertaré las ramas del árbol natural en el árbol natural; e injertaré las ramas del árbol natural en las ramas naturales del árbol; y así las juntaré otra vez para que produzcan el fruto natural, y serán uno. Y lo malo será echado fuera, sí, fuera de todo el terreno de mi viña; pues he aquí, tan sólo esta vez podaré mi viña.
Y aconteció que el Señor de la viña envió a su siervo, y éste fue e hizo lo que el Señor le había mandado, y trajo otros siervos; y eran pocos. Y les dijo el Señor de la viña: Id y trabajad en la viña con todas vuestras fuerzas. Porque he aquí, ésta es la última vez que nutriré mi viña; porque el fin se aproxima y la estación viene rápidamente; y si vosotros trabajáis conmigo con toda vuestra fuerza, os regocijaréis en el fruto que recogeré para mí mismo, para el tiempo que pronto llegará. Y sucedió que los siervos fueron y trabajaron con todas sus fuerzas; y el Señor de la viña también trabajó con ellos; y en todo obedecieron los mandatos del Señor de la viña. Y empezó de nuevo a producirse el fruto natural en la viña; y las ramas naturales comenzaron a crecer y a medrar en sumo grado; y empezaron luego a arrancarse las ramas silvestres y a echarse fuera; y conservaron iguales la raíz y la copa, según su fuerza.
Y así trabajaron con toda diligencia, según los mandamientos del Señor de la viña, sí, hasta que lo malo hubo sido echado de la viña, y el Señor hubo logrado para sí que los árboles volviesen nuevamente al fruto natural; y llegaron a ser como un cuerpo; y los frutos fueron iguales, y el Señor de la viña había preservado para sí mismo el fruto natural, que fue sumamente precioso para él desde el principio. Y aconteció que cuando el Señor de la viña vio que su fruto era bueno y que su viña ya no estaba corrompida, llamó a sus siervos y les dijo: He aquí, hemos nutrido mi viña esta última vez; y veis que he obrado según mi voluntad; y he preservado el fruto natural que es bueno, aun como lo fue en el principio. Y benditos sois, porque a causa de que habéis sido diligentes en obrar conmigo en mi viña, y habéis guardado mis mandamientos, y me habéis traído otra vez el fruto natural, de modo que mi viña ya no está más corrompida, y lo malo se ha echado fuera, he aquí, os regocijaréis conmigo a causa del fruto de mi viña. Pues he aquí, por mucho tiempo guardaré del fruto de mi viña para mí mismo, a la estación, la cual se aproxima velozmente; y por la última vez he nutrido mi viña, y la he podado, y he cavado alrededor de ella, y la he abonado; por tanto, guardaré de su fruto para mí mismo, por mucho tiempo, de acuerdo con lo que he hablado. Y cuando llegue la ocasión en que nuevamente vuelva el mal fruto a mi viña, entonces haré recoger lo bueno y lo malo; y lo bueno preservaré para mí, y lo malo arrojaré a su propio lugar. Y entonces viene la estación y el fin; y haré que mi viña sea quemada con fuego.
(Libro de Mormón | Jacob 5:Pref.1 - 77)
Referencias:
Sí, el profeta Zenós testificó de estas cosas, y también Zenoc habló concerniente a ellas, porque ellos testificaron particularmente tocante a nosotros, que somos el resto de su posteridad.
(Libro de Mormón | 3 Nefi 10:16)
Porque he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y es la hora undécima, y la última vez que llamaré obreros a mi viña.
(Doctrina y Convenios | Sección 33:3)
Y el señor de la viña dijo a uno de sus siervos: Ve y junta al resto de mis siervos, y toma toda la fuerza de mi casa, mis guerreros, mis jóvenes y también los de edad madura entre todos mis siervos, los cuales constituyen la fuerza de mi casa, salvo los que he indicado que permanezcan, e id luego a la tierra de mi viña y redimid mi viña, porque es mía; la he comprado con dinero. Id, pues, inmediatamente a mi tierra; derribad los muros de mis enemigos; echad abajo su torre y esparcid a sus guardias. Y si se juntan en contra de vosotros, vengadme de mis enemigos, a fin de que en breve yo venga con el resto de mi casa para poseer la tierra. Y dijo el siervo a su señor: ¿Cuándo sucederán estas cosas? Y él contestó a su siervo: Cuando sea mi voluntad. Ve presto; haz todas las cosas que te he mandado; y esto será mi sello y bendición sobre ti: Mayordomo fiel y sabio en medio de mi casa, gobernante en mi reino.
(Doctrina y Convenios | Sección 101:55 - 61)
De cierto, de cierto os digo que mi siervo José Smith, hijo, es el hombre a quien comparé con el siervo al cual el Señor de la viña habló en la parábola que os he referido.
(Doctrina y Convenios | Sección 103:21)
Who then is a faithful and wise servant, whom his lord hath made ruler over his household, to give them meat in due season? Blessed is that servant, whom his lord when he cometh shall find so doing. Verily I say unto you, That he shall make him ruler over all his goods.
But and if that evil servant shall say in his heart, My lord delayeth his coming; And shall begin to smite his fellowservants, and to eat and drink with the drunken; The lord of that servant shall come in a day when he looketh not for him, and in an hour that he is not aware of, nd shall cut him asunder, and appoint him his portion with the hypocrites: there shall be weeping and gnashing of teeth.
(New Testament | Matthew 24:45 - 51)
HE aquí, una obra maravillosa está a punto de aparecer entre los hijos de los hombres. Por tanto, oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el último día. De modo que, si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra; pues he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí, de modo que no perece, sino que trae salvación a su alma; y fe, esperanza, caridad y amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, lo califican para la obra. Tened presente la fe, la virtud, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la bondad fraternal, piedad, caridad, humildad, diligencia. Pedid, y recibiréis; llamad, y se os abrirá. Amén.
(Doctrina y Convenios | Sección 4:1 - 7)
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