Muchos correran de aui para alla

Daniel 12:4

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará.


“Hay muchos hijos del Señor que andan corriendo de aquí para allá buscando una ancla estable y un canal seguro. Será tu responsabilidad y tu misión alumbrarles el camino a estas personas.” (P.M.B)

Wednesday, December 19, 2012

Alza la cabeza y sé de buen ánimo, pues he aquí, ha llegado el momento



Sión y Jerusalén, 19 de Diciembre del 2012


Alza la cabeza y sé de buen ánimo, pues he aquí, ha llegado el momento; y esta noche se dará la señal, y mañana vengo al mundo para mostrar al mundo que he de cumplir todas las cosas que he hecho declarar por boca de mis santos profetas.

(Libro de Mormón | 3 Nefi 1:13)

Estos días no solo me hacen recordar el nacimiento de Jesucristo cuya fecha exacta de su nacimiento ha pasado desapercibida por la mayoría de la gente pese a las flagrantes celebraciones que se hacen en estos tiempos tocante a su nacimiento. En lugar de pensar en el Salvador del mundo, en su sacrificio expiatorio y en su gloriosa resurrección y en su divinidad, muchos piensas mas que todo en su muerte, en si mismos y en lo que se pueden dar el uno al otro. En algunas de estas cosas yo no soy la acepción; y por eso yo también, sin unirme al mundo,  deseo dar algo a mi prójimo que para mi vale más que todos los tesoros de la tierra puestos juntos. Oro y plata no tengo para dar, pero lo que tengo doy. Y hoy os doy mi testimonio de la verdad de la divinidad de Jesucristo y del testimonio de su resurrección como se manifestó a mis padres de antaño.  

·         Hechos 3:6

Y Pedro dijo: No tengo plata ni oro, mas lo que tengo te doy: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!

 

Y esa verdad de la que hablo y testifico comienza con el nacimiento de un Joven llamado José Smith, hijo, que nació un 23 de Diciembre de 1805.  Ese Joven selecto y galardonado fue un potente instrumento de fe y poder en las manos de Dios para restaurar multitud de verdades perdidas; entre ellas, la naturaleza e individualidad de Dios, de su hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Ese Joven dio comienzo a la restauración del evangelio eterno de Jesucristo en toda su pureza y fulgor que trae a traído y seguirá  trayendo salvación temporal y sempiterna; y bendiciendo a todas las familias de la tierra.


 También, por me dio de el; a saber, Jose Smith hijo,  se ha restaurado el poder y la autoridad del santo Sacerdocio junto con todas sus llaves para proclamar el gran evangelio, para redimir a los muertos y para perfeccionar a los santos. Por medio de su instrumentalizad, se ha sacado del desierto y de la oscuridad o se ha restablecido la Iglesia verdadera de Jesucristo, que aparece como un prodigio en estos últimos días, blanca como la luna, resplandeciente como el sol, y potente como un ejército con baluartes.  

LA PRIMERA VISION

 

José Smith ha traducido el libro de Mormón por el don y el poder de Dios; y por ese mismo don Celestial el ha restaurado muchas de las santas escrituras que una vez fueron pero que estaban perdidas; y que para quienes las aprecian son los tesoros mas grandes del universo.  Y al final de su jornada, como apóstol y profeta, vidente y revelador de Jesucristo y de su iglesia, José Smith hijo, sello su testimonio, junto con El patriarca Hyrum Smith, con la mejor sangre de su siglo, quienes vivieron por gloria y murieron por en manos de feroces asesinos. Y quienes nos han dejado un ejemplo, una fama y obra que jamás perecerá.


Y es un honor y placer para nosotros, los miembros que pertenecemos es esta Iglesia, el solemne deber ante Dios; y es justo ante todos los hijos de los hombres, declarar todas estas cosas desde la cabeza del los montes hasta los extremos de la tierra.


Porque sabemos que hay muchas personas entre todas las sectas, denominaciones y partidos que no conocen la verdad; y no saben como ser salvos el reino de los cielos, simplemente porque no sabe donde encontrar la verdad. Y por eso alzamos nuestra voz al mundo y levantamos el estandarte de la verdad restaurada.

La restauración del Sacerdocio




El nacimiento de Jesús el Cristo hijo de David y de la casa de Juda, y de José Smith, hijo de Efraim, hijo de José, me recuerda una de las escrituras que mas me ha impresionado y maravillado del libro de Mormón desde mi juventud. Y estos dos corderos me recuerdan la gran oración de Nefi, un testigo fiel y santo de Jesucristo; que obro muchos milagros en su nombre por su pueblo, justo el día en que se daría la señal del nacimiento del redentor del mundo. Que el Espíritu de Dios o Jehová mismo se le manifestó a Nefi como un hombre grande y le dijo que esa misma noche se daría la tan esperada señal de su nacimiento y que el día siguiente EL vendría al mundo y nacería.

Y me maravillo sobremanera de esto porque revela mucho a mi alma; y que para entonces, Maria, de quien el nacería estaba quizás viajando con José para el censo, o pidiendo albergue en el mesón o en el mangar o pesebre al otro lado del mundo.  Esta escritura me hace estar mas cerca de Cristo cuyo propósito es el vivir de acuerdo a los principios y enseñanzas del libro de Mormón.  Venid y ved porque esto y mucho más es lo que  la escritura dice al respecto:

“Y ocurrió que cuando Nefi, hijo de Nefi, vio esta iniquidad de su pueblo, su corazón se afligió en extremo. Y acaeció que fue y se postró en tierra y clamó fervorosamente a su Dios a favor de su pueblo, sí, aquellos que estaban a punto de ser destruidos por motivo de su fe en la tradición de sus padres. Y sucedió que todo ese día imploró fervorosamente al Señor, y he aquí, la voz del Señor vino a él, diciendo: Alza la cabeza y sé de buen ánimo, pues he aquí, ha llegado el momento; y esta noche se dará la señal, y mañana vengo al mundo para mostrar al mundo que he de cumplir todas las cosas que he hecho declarar por boca de mis santos profetas. He aquí, vengo a los míos para cumplir todas las cosas que he dado a conocer a los hijos de los hombres desde la fundación del mundo, y para hacer la voluntad así la del Padre como la del Hijo: la del Padre por causa de mí, y la del Hijo por causa de mi carne. He aquí, ha llegado el momento y esta noche se dará la señal.”

(Libro de Mormón | 3 Nefi 1:10 - 14)

Yo deseo con toda mi alma que mis familiares, mis amigos, mis vecinos y todos los de mi pueblo y nación que me quieran escuchar recibieran un humilde obsequio de mí este día. Oro y plata no tengo para dar, pero lo que tengo doy. Y ese obsequio es la fuerza y convencimiento del aceite del testimonio que han leído de mis manos según el don de Dios que esta en mi; tan bien el oloroso incienso de una alma arrepentida que clama incasablemente el arrepntimeito, y el pan y agua de la vida como se encuentra documentado en una copia aquí adjunta del libro de Mormón.

VENID Y VED
En la Judea en tierra de Dios Fieles pastores oyeron la voz.


Paz en la tierra  alos hombres de buena voluntad
y Gloria al Dios exaltado, Gloria a Dios en lo Alto.


"El Libro de Mormón es un volumen de escritura sagrada semejante a la Biblia. Es una historia de la comunicación de Dios con los antiguos habitantes de las Américas y contiene la plenitud del evangelio eterno.


  Escribieron el libro muchos antiguos profetas por el espíritu de profecía y revelación. Sus palabras, escritas sobre planchas de oro, fueron citadas y compendiadas por un profeta e historiador llamado Mormón. El registro contiene un relato de dos grandes civilizaciones. Una llegó procedente de Jerusalén en el año 600 a. de J. C., y tiempo después se dividió en dos naciones conocidas como los nefitas y los lamanitas. La otra había llegado mucho antes, cuando el Señor confundió las lenguas en la Torre de Babel. Este grupo se conoce con el nombre de jareditas. Después de miles de años, todos fueron destruidos con excepción de los lamanitas, los cuales son los principales antecesores de los indios de las Américas.


  El acontecimiento de mayor trascendencia que se encuentra registrado en el Libro de Mormón es el ministerio personal del Señor Jesucristo entre los nefitas poco después de su resurrección. En él se expone la doctrina del evangelio, se describe el plan de salvación, y se dice a los hombres lo que deben hacer para lograr la paz en esta vida y la salvación eterna en la vida venidera.


  Después de terminar sus escritos, Mormón entregó la historia a su hijo Moroni, el cual le agregó unas palabras y escondió las planchas en el cerro Cumorah. El 21 de septiembre de 1823, el mismo Moroni, para entonces un ser glorificado y resucitado, se le apareció al profeta José Smith y le instruyó concerniente al antiguo registro y a la destinada traducción de éste al idioma inglés.


  En la ocasión oportuna, se entregaron las planchas a José Smith, quien las tradujo por el don y el poder de Dios. El libro se publica hoy en muchos idiomas como testimonio nuevo y adicional de que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente, y de que todos aquellos que quieran venir a Él y obedecer las leyes y las ordenanzas de su evangelio podrán salvarse.


  Concerniente a esta historia, el profeta José Smith dijo: “Declaré a los hermanos que el Libro de Mormón era el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”.


  Además de José Smith, el Señor dispuso que otros once hombres vieran con sus propios ojos las planchas de oro y fueran testigos especiales de la veracidad y de la divinidad del Libro de Mormón. Sus testimonios escritos se incluyen en esta obra bajo los títulos “El Testimonio de Tres Testigos” y “El Testimonio de Ocho Testigos”.



  Invitamos a toda persona, dondequiera que se encuentre, a leer el Libro de Mormón, a meditar en su corazón el mensaje que contiene y luego a preguntar a Dios, el Padre Eterno, en el nombre de Cristo, si el libro es verdadero. Quienes así lo hagan y pidan con fe lograrán un testimonio de la veracidad y la divinidad del libro por el poder del Espíritu Santo. (Véase Moroni 10:3–5.)


  Aquellos que obtengan este testimonio divino del Santo Espíritu también llegarán a saber, por el mismo poder, que Jesucristo es el Salvador del mundo, que José Smith ha sido su revelador y profeta en estos últimos días, y que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el reino del Señor que de nuevo se ha establecido sobre la tierra, en preparación para la segunda venida del Mesías."

 
Yo, Miguel, doy testimonio solemne de la veracidad de estas cosas porque Dios me las ha manifestado por el poder del Espíritu Santo. Se que José Smith vio a Dios el Padre y a su hijo Jesucristo durante y después de la primera visión.  Y nunca he estado más cerca de Dios sino cuando estoy en el cumplimiento de mi deber en base a los preceptos y enseñanzas del libro de Mormón. He  aprendido a beber de este libro maravilloso y a vivir, no solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Esto ha sido escrito por el fulgente don y pode de Dios. Y de esto testifico en el nombre de Jesucristo, amen.  

Atentamente para usted y los suyos de un indigno siervo en las manos de Cristo

Miguel Ángel Tinoco Rodríguez


6 comments:

  1. He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo creé los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos hay. Era con el Padre desde el principio. Yo soy en el Padre, y el Padre en mí; y en mí ha glorificado el Padre su nombre. Vine a los míos, y los míos no me recibieron. Y las Escrituras concernientes a mi venida se han cumplido. Y a cuantos me han recibido, les he concedido llegar a ser hijos de Dios; y así haré yo con cuantos crean en mi nombre, porque he aquí, la redención viene por mí, y en mí se ha cumplido la ley de Moisés. Yo soy la luz y la vida del mundo. Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.

    Y vosotros ya no me ofreceréis más el derramamiento de sangre; sí, vuestros sacrificios y vuestros holocaustos cesarán, porque no aceptaré ninguno de vuestros sacrificios ni vuestros holocaustos.

    Y me ofreceréis como sacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Y al que venga a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, lo bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo, así como los lamanitas fueron bautizados con fuego y con el Espíritu Santo al tiempo de su conversión, por motivo de su fe en mí, y no lo supieron.

    He aquí, he venido al mundo para traer redención al mundo, para salvar al mundo del pecado. Por tanto, al que se arrepintiere y viniere a mí como un niño pequeñito, yo lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios. He aquí, por éstos he dado mi vida, y la he vuelto a tomar; así pues, arrepentíos y venid a mí, vosotros, extremos de la tierra, y sed salvos.

    (Libro de Mormón | 3 Nefi 9:15 - 22)

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  2. HE aquí, aconteció que yo, Enós, sabía que mi padre era un varón justo, pues me instruyó en su idioma y también me crió en disciplina y amonestación del Señor —y bendito sea el nombre de mi Dios por ello— y os diré de la lucha que tuve ante Dios, antes de recibir la remisión de mis pecados.

    He aquí, salí a cazar bestias en los bosques; y las palabras que frecuentemente había oído a mi padre hablar, en cuanto a la vida eterna y el gozo de los santos, penetraron mi corazón profundamente. Y mi alma tuvo hambre; y me arrodillé ante mi Hacedor, y clamé a él con potente oración y súplica por mi propia alma; y clamé a él todo el día; sí, y cuando anocheció, aún elevaba mi voz en alto hasta que llegó a los cielos.

    Y vino a mí una voz, diciendo: Enós, tus pecados te son perdonados, y serás bendecido. Y yo, Enós, sabía que Dios no podía mentir; por tanto, mi culpa fue expurgada. Y dije yo: Señor, ¿cómo se lleva esto a efecto?
    Y él me dijo: Por tu fe en Cristo, a quien nunca jamás has oído ni visto. Y pasarán muchos años antes que él se manifieste en la carne; por tanto, ve, tu fe te ha salvado.

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  3. Ahora bien, sucedió que cuando hube oído estas palabras, empecé a anhelar el bienestar de mis hermanos los nefitas; por tanto, derramé toda mi alma a Dios por ellos. Y mientras así me hallaba luchando en el espíritu, he aquí, la voz del Señor de nuevo penetró mi mente, diciendo: Visitaré a tus hermanos según su diligencia en guardar mis mandamientos. Les he dado esta tierra, y es una tierra santa; y no la maldigo sino por causa de iniquidad. Por tanto, visitaré a tus hermanos según lo que he dicho; y sus transgresiones haré bajar con dolor sobre su propia cabeza.

    Y después que yo, Enós, hube oído estas palabras, mi fe en el Señor empezó a ser inquebrantable; y oré a él con mucho y prolongado ahínco por mis hermanos, los lamanitas. Y aconteció que después que hube orado y me hube afanado con toda diligencia, me dijo el Señor: Por tu fe, te concederé conforme a tus deseos.

    Y ahora bien, he aquí, éste era el deseo que anhelaba de él: Que si acaso mi pueblo, el pueblo nefita, cayera en transgresión, y fuera de algún modo destruido, y los lamanitas no lo fueran, que el Señor Dios preservara una historia de mi pueblo, los nefitas, aun cuando fuera por el poder de su santo brazo, para que algún día futuro fuera llevada a los lamanitas, para que tal vez fueran conducidos a la salvación; porque por ahora nuestros esfuerzos para restaurarlos a la verdadera fe han sido en vano. Y juraron en su ira que, de ser posible, destruirían nuestros anales junto con nosotros, y también todas las tradiciones de nuestros padres.

    Por tanto, sabiendo yo que el Señor Dios podía preservar nuestros anales, le suplicaba continuamente, pues él me había dicho: Cualquier cosa que pidas con fe, creyendo que recibirás en el nombre de Cristo, la obtendrás. Y yo tenía fe, y le imploré al Señor que preservara los anales; e hizo convenio conmigo de que los haría llegar a los lamanitas en el propio y debido tiempo de él. Y yo, Enós, sabía que se haría según el convenio que él había hecho; por tanto, mi alma quedó tranquila.

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  4. Y me dijo el Señor: Tus padres también me han solicitado esto; y les será concedido según su fe; porque su fe fue semejante a la tuya. Y sucedió que yo, Enós, anduve entre el pueblo de Nefi, profetizando de cosas venideras y dando testimonio de las cosas que yo había oído y visto.

    Y testifico que el pueblo de Nefi procuró diligentemente restaurar a los lamanitas a la verdadera fe en Dios. Pero nuestros esfuerzos fueron en vano, pues su odio era implacable, y se dejaron llevar de su mala naturaleza, por lo que se hicieron salvajes y feroces, y una gente sanguinaria, llena de idolatría e inmundicia, alimentándose de animales de rapiña, viviendo en tiendas y andando errantes por el desierto, con una faja corta de piel alrededor de los lomos, y con la cabeza afeitada; y su destreza se hallaba en el arco, en la cimitarra y en el hacha. Y muchos de ellos no comían más que carne cruda; y de continuo trataban de destruirnos.

    Y aconteció que el pueblo de Nefi cultivó la tierra, y produjo toda clase de granos y de frutos, y crió rebaños de reses, y manadas de toda clase de ganado, y cabras y cabras monteses, y también muchos caballos. Y hubo muchísimos profetas entre nosotros; y la gente era obstinada y dura de entendimiento.

    Y no había nada, salvo un extremado rigor, predicación y profecías de guerras y contiendas y destrucciones, y recordándoles continuamente la muerte, y la duración de la eternidad, y los juicios y poder de Dios, y todas estas cosas, agitándolos constantemente para mantenerlos en el temor del Señor. Y digo que nada, salvo estas cosas y mucha claridad en el habla, podría evitar que se precipitaran rápidamente a la destrucción. Y de esta manera es como escribo acerca de ellos.

    Y vi guerras entre los nefitas y los lamanitas en el curso de mis días. Y sucedió que empecé a envejecer; y ya habían transcurrido ciento setenta y nueve años desde el tiempo en que nuestro padre Lehi salió de Jerusalén. Y vi que pronto tendría que descender a mi sepultura, habiendo sido influido por el poder de Dios a predicar y a profetizar a este pueblo y declarar la palabra según la verdad que está en Cristo; y la he declarado todos mis días, y en ello me he regocijado más que en lo del mundo.

    Y pronto iré al lugar de mi reposo, que es con mi Redentor, porque sé que en él reposaré. Y me regocijo en el día en que mi ser mortal se vestirá de inmortalidad, y estaré delante de él; entonces veré su faz con placer, y él me dirá: Ven a mí, tú, que bendito eres; hay un lugar preparado para ti en las mansiones de mi Padre. Amén.

    (Libro de Mormón | Enós 1:1 - 27)

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  5. He aquí, el tiempo presente es llamado hoy hasta la venida del Hijo del Hombre; y en verdad, es un día de sacrificio y de requerir el diezmo de mi pueblo, porque el que es diezmado no será quemado en su venida. Porque después del día de hoy viene la quema —esto es, hablando según la manera del Señor— porque de cierto os digo, mañana todos los soberbios y los que hacen maldad serán como rastrojo; y yo los quemaré, porque soy el Señor de los Ejércitos; y no perdonaré a ninguno que se quede en Babilonia. Por tanto, si me creéis, trabajaréis mientras dure lo que es llamado hoy.

    (Doctrina y Convenios | Sección 64:23 - 25)

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  6. Pues sucederá que los habitantes de Sión juzgarán todas las cosas pertenecientes a Sión. Y probarán a los mentirosos y a los hipócritas, y los que no fueren apóstoles y profetas serán descubiertos. Y aun el obispo, que es juez, y sus consejeros serán condenados, si no son fieles en sus mayordomías; y otros serán instalados en su lugar. Porque, he aquí, os digo que Sión florecerá, y la gloria del Señor descansará sobre ella; y será por pendón al pueblo, y vendrán a ella de toda nación debajo de los cielos. Y llegará el día en que las naciones de la tierra temblarán a causa de ella, y temerán por motivo de sus poderosos. El Señor lo ha proferido. Amén.

    (Doctrina y Convenios | Sección 64:33 - 43)

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